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Los relatos en el coaching

El coaching, como enfatiza el enfoque narrativo, puede verse como la narración del relato que hace el coachee sobre su vida profesional y los objetivos de mejora que quiere conseguir.

¿Un relato o la enumeración de datos acontecidos en la vida del coachee como los que puede aportar el currículo de vida? Siempre se produce un relato puesto que el coachee no solo cuenta lo que ha hecho sino que además suele acompañarlo del significado que ha tenido para él o para ella; por ejemplo su paso por la carrera fue positivo, tuvo algunos ejemplos de profesores excepcionalmente buenos o rematadamente malos, la experiencia de su primer trabajo le marcó para siempre, etc. Además valora la experiencia lograda, muestra sus opiniones y actitudes hacia los equipos con los que ha trabajado y hacia determinadas personas que convierte en personajes (el bueno, el honrado, el malo, el valiente,…), haciendo en definitiva una valoración que dota de significado al relato.

En definitiva que en nuestra vida lo importante no son solo los datos sino el significado que damos a esos datos, algo tan sencillo como cumplir 40 años un 5 de noviembre, donde la persona es casi exactamente igual a tener un día menos (39 años y 364 días), puede vivirse de muy diferentes maneras en función de los significados: “he cumplido 40 y se fue mi juventud”. “este año me siento contento porque termino un master”, “porque dentro de unos meses tendré un hijo”, “me siento deprimido porque a esa edad mi padre tuvo un infarto”, “estoy ilusionado porque me han prometido promocionar”. El dato es uno, he cumplido 40 años, pero los significados son múltiples.

Seguimos con el coaching, nuestro cliente nos narra el relato de su experiencia profesional o el de su vida en conjunto pero ¿es un relato o varios relatos? Diríamos que el relato que aporta el coachee el primer día, va enriqueciéndose a medida que avanzan las sesiones de coaching y se genera la confianza entre el coach y su cliente.

En la primera sesión, el coachee además de plantear las razones que le han traído al coaching y los objetivos a obtener a lo largo del proceso que inicia, relata su recorrido profesional y las etapas por las que ha pasado. El relato suele tener una estructura latente que el coach puede hacer aflorar una vez que analiza el contenido al finalizar la sesión.

Ciertas normas implícitas son parte de la estructura  como, por ejemplo, que la trayectoria pasada haya sido ascendente de manera continuada a lo largo del tiempo, lo que no deja de ser un supuesto, como podemos ver en una época de escasez de empleo como en la actualidad, pues resulta complicado que las carreras profesionales sean ascendentes. Pero todos los que hemos trabajado alguna vez en selección, búsqueda o assessment, sabemos que los evaluadores asumen ese tipo de supuestos o más bien prejuicios sin una visión crítica, y se mete el dedo en la llaga sin piedad cuando la persona que estamos valorando ha estado en paro, o en una época no ha trabajado, algo mas frecuente en las mujeres con hijos.

Pero a medida que avanzan las sesiones de coaching y aumenta la confianza entre coach y coachee, el relato inicial sufre variaciones y se convierte en un relato modificado, bastante o muy diferente del primitivo, bien porque se aportan nuevos hechos o porque se valoran de manera diferente los anteriores o porque el cliente incorpora nuevas visiones o tomas de conciencia que se han producido en las sesiones de coaching.

Así, el nuevo relato muestra incongruencias o lagunas en la carrera profesional del cliente con su valoración correspondiente, y aparecen también algunas de las miserias o debilidades existentes en la vida de las empresas y en los distintos niveles directivos. Es ahí donde puede verse el nivel de profundidad al que llega el coaching, nivel al que con dificultad puede llegar el assessment, la formación, o la selección, porque las personas sujetas a estos procesos solo suelen contar el relato de primer nivel que hemos comentado.

Para actuar en este nivel, en el del relato de mayor profundidad, el coach ha de ser capaz de comprender y entender lo que ahí sucede, y donde mas valiosa resulta la experiencia del coach que haya vivido y experimentado situaciones semejantes, algo que no se requiere en otras herramientas de desarrollo de recursos humanos.

Pero la aparición de nuevos relatos surge de forma continuada, porque van ligados a las vivencias de la experiencia humana y cada vez que analizamos o re-examinamos nuestras acciones pasadas lo hacemos a la luz de las actuales experiencias que nos hacen ver las cosas de otra manera, mas o menos diferente. Por eso a medida que avanzamos en la vida no valoramos de la misma manera experiencias y hechos que acontecieron en épocas pasadas y solemos ser mas indulgentes con los errores propios y ajenos, y los valoramos de forma positiva porque los dotamos de un nuevo sentido.

Eso quiere decir que si volviéramos a reiniciar un proceso de coaching con el mismo cliente, éste nos haría un relato algo diferente del anterior, porque una cosa son los hechos y otra el significado que atribuimos a los hechos.

Los hechos son muy importantes como por ejemplo conocer las posiciones que ha ocupado el coachee y las responsabilidades que ha tenido; sin embargo, es de vital importancia saber el  significado que el coachee da a esos hechos, y es lo que permitirá que el proceso de cambio tenga lugar y que el coach sepa cómo enfocarlo y acompañarlo.

El significado, el sentido que damos a los hechos, cambia porque viene matizado por el lenguaje, la cultura y los valores, que también sufren variaciones con el paso del tiempo y de las interacciones interpersonales y sociales. Volviendo al ejemplo anterior, lo importante no es cumplir un día del calendario 40 años, sino valorarlo como negativo por los malos recuerdos o augurios que la fecha nos trae, o muy al contrario valorar el nuevo año como ilusionante por las expectativas de futuro que se nos abren.