La actual crisis bursatil
Hace unos días oímos al Ministro de Economía Pedro Solbes, afirmar que "si entrar en recesión sirve para limpiar la economía, probablemente la situación no tendrá más importancia". Lo que queremos abordar aquí es la posibilidad que ofrecen los tiempos de recesión para limpiar nuestras empresas de ejecutivos soberanos. En los últimos tiempos, ha predominado en las compañías multinacionales un estilo de dirección basado en el control o, como también se conoce, en el estilo del ejecutivo ‘soberano’.
El soberano es aquel que considera a sus empleados como objetos a controlar, pues cree que poco bueno puede esperarse de ellos a no ser por temor al castigo. Sin embargo, y frente a lo que podría parecer, la receta que ellos aplican a sus subordinados no sirve para esos ejecutivos. El soberano controla a otros pero no puede ser controlado por nadie, pues su valía le sitúa por encima del resto de los mortales. Es además experto en ingeniería financiera, vamos que es un tiburón para las finanzas. Entiende el crecimiento sobre todo mediante la compra de otras empresas, y cuanto mayor poder detenta, mayores son los riesgos que asume para conseguir pingües beneficios.
Los soberanos, pese a cantar las excelencias de la competencia, en realidad la detestan y se inclinan por prácticas monopolistas o forman parte de cárteles que les ayudan a controlar el mercado.
Los abusos de estos dirigentes empresariales generan en sus colaboradores falta de motivación y de compromiso, el exceso de poder ha contribuido a grandes fiascos empresariales cuyos nombres más conocidos son Worldcom o Enron en la todavía reciente crisis de la burbuja de las empresas punto.com. Esta crisis se saldó con algunos ejecutivos soberanos en la cárcel y con medidas que en apariencia iban a ser mucho más efectivas por parte de la SEC, el órgano regulador bursátil norteamericano.
Sin embargo, las medidas han quedado en agua de borrajas cuando llevamos más de un año inmersos en una nueva crisis financiera, para algunos analistas, semejante al crack de final de la década de los veinte del siglo pasado, con el escándalo del estado liberal estadounidense ‘nacionalizando’ parte del sistema financiero, entre otras las dos entidades hipotecarias mayores de USA y la primera aseguradora mundial.
Otra vez unos ‘soberanos’ con su agudo olfato financiero nos colaron las hipotecas sub-prime y las empaquetaron bajo productos en atractivos envoltorios de celofán con su lazo correspondiente, infectando las economías de medio mundo, aunque todavía se desconoce la extensión y la profundidad del engaño, poniendo en peligro el sistema financiero mundial. Además, esos ejecutivos estarán encantados de que las autoridades financieras norteamericanas hayan salido a nacionalizar una parte importante de las pérdidas, aunque no lo hayan hecho con los miles de trabajadores que quedan en paro o con la merma de los ahorros de millones de personas en todo el mundo. El consuelo, nos dirá la administración norteamericana, es que sin esas intervenciones las consecuencias habrían sido funestas.
¿Sacaremos alguna conclusión y las medidas prácticas subsiguientes para cambiar esta situación o dentro de unos años otra burbuja conducirá a nuevos descalabros? ¿Hasta cuándo hay que esperar para regular y conseguir un mercado más transparente? ¿Cuándo disminuirán los poderes omnímodos de los ‘soberanos’ en las empresas, aumentando la democracia interna y dotando de poder a instancias de control reales que supervisen las actuaciones de esos ejecutivos?
Las mejoras que se hagan en esta línea no sólo ayudarán a poner coto a desmanes como los que estamos viendo, sino que permitirán que aflore el talento y el compromiso de los empleados para con unos resultados que favorezcan a todas las partes implicadas en la producción de bienes y servicios y que les convertirá en socialmente responsables.