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Princesas entre cuerdas (Capítulo XVII)

Oí a Sergio abriendo la puerta de la calle, prendí la luz y me senté encima de la cama colocando la almohada detrás de la espalda, deseosa de conocer la conversación de Sergio con Cefe,

- estaba eufórico, Cecilia, ocurrente, hablaba con una vehemencia que parecía la antesala de un punto y final

….

- hemos mantenido una de nuestras acostumbradas charlas, su euforia le impulsaba a hablar sin cesar, era como si hubiera atesorado interrogantes que llevaban atormentándole durante años,

…..

- Bien, Intentaré transcribirte la conversación:

- Cefe,¿cómo te encuentras?,

- ya me ves aquí postrado, no me encuentro mal pero los médicos no son de la misma opinión, ¡fíjate que lata!, mi corazón no se recupera y dudan de poder resolver el problema; peor aún, me dijo la doctora que la situación era crítica e incluso que temían por mi vida. Sergio ¿acaso tú no dirías lo mismo?, dos y dos son cuatro, ¿no?  La conclusión es que esto se acaba y el final está a la vuelta de la esquina,

Los ojos se le nublaron por las lágrimas y trató de reponerse enseguida,

- caramba, si la máquina no da mas de sí, el ingeniero tendrá que venir a retirarla, y con los problemas de aparcamiento que hay no sé dónde la van a dejar, pero no hablemos de mi todo el rato, ¿cómo están mis nietos? Hace mucho que no los veo,

- todos los días me preguntan cuándo les voy a llevar al hospital para ver al abuelo Cefe, y siempre les contesto que cuando estés un poco mejor,

- una de las cosas que me apena, Sergio, es que quizá no tenga tiempo para despedirme de ellos, sabes que son los nietos que mas quiero, quizá porque son los que he visto a menudo,

- con Lola has vivido muchos años,

- Lola, no sé si ha sido mi nieta, o una hija que se coló de rondón, la pobre ha llorado mucho por no vivir con su madre hasta que Violeta decidió llevársela. Los otros nietos, Sergio, han pasado por situaciones difíciles, tristes, y sus madres eran hijas mías. Tus hijos, sin embargo, han llevado una vida ordenada, van al colegio, de vuelta a casa tienen un hogar con unos padres atentos a sus necesidades que los ayudan y acompañan. Por cierto, no te olvides de que estudien un instrumento, el que quieran pero al menos uno,

- mira, Cefe, no sé si les gustará, todavía no han mostrado demasiado interés, y si les presionamos nos puede suceder como a ti. Cecilia lo tiene claro y con buen criterio no va a hacer nada en contra si los chicos no manifiestan la voluntad de estudiar música, es razonable, y si me lo permites, en eso te equivocaste, fue un error forzar a tus hijas,

- sí, me equivoqué, fue un fracaso rotundo, salvo en el caso de Cecilia que no ha llegado muy lejos tampoco. Me hubiera gustado tanto que ellas hubieran salido como tú, y que hubieran triunfado como tú lo has hecho, a tu manera, no es necesario ser un Achúcarro.

He de confesarte algo, Sergio, me hubiera encantado haber tenido un hijo como tú, y no quiero que me malinterpretes pensando que no he querido a mis hijas, o que soy contrario a los designios divinos, si es que existen tales planes. He querido mucho a mis hijas de la forma que he sabido, tratando siempre de evitar lo que mi padre no pudo hacer, tener tantos hijos que no fuera capaz de alimentarlos ni criarlos adecuadamente.

Habría disfrutado con un hijo pianista, que entiende el camino que recorre el sonido desde que se pulsa la tecla hasta que se esparce por el espacio.

No pienses que he vivido renegando siempre, he celebrado tus progresos desde que comenzaste en la nacional hasta tu etapa como solista reconocido. Te parecerá broma, pero delante de mis colegas me he jactado de ser tu suegro, y aunque ellos pensaban que me daba aires de superioridad gracias a ti, lo cierto es que me tenían envidia cuando te veían encima de un escenario, recibiendo el aplauso del público.

- Cefe, te agradezco de corazón, las cosas que me dices, sabes que te aprecio y que te admiro de verdad. Nunca me gustó la manera como trataste de imponer el destino de tus hijas pero aprecio el enorme esfuerzo por darles una buena educación, por construir con tus manos la casa del ‘queji’ para que pasaran las vacaciones en un ambiente sano y admiro y reconozco tu interés por labrarte una cultura a través de la música y la proeza de aprender a tocar el piano, ya de mayor, sin haber tenido antes estudios musicales.

- no te equivoques, tocar el piano no, aporrearlo. Aquello ya pasó, hice lo que pude y ahí está. Ahora me preocupa algo distinto, y no me preguntes por qué, no lo sé, pero trato de entender el significado de la música, la clásica se entiende, la otra, la de la gente joven no me interesa.

- No estarás de broma, Cefe, si tú sabes casi tanto como yo o más de música. Lo importante de la música es sentirla, es una cuestión no tanto de la cabeza como del corazón,

- entonces estamos aviados, Sergio, tal y como tengo el corazón, la tarea me va a resultar imposible. Ahora en serio, para mí la música clásica, o la música absoluta como decís los entendidos, cuando entré por primera vez a la sala del Real me causó una sensación profunda, íntima. Creí que la música cambiaría mi vida, que me liberaría de mi condición de modesto acomodador y así fue durante unos cuantos años.

Pero llegó un día, no me pidas que te precise cuándo porque lo ignoro, en que la música comenzó a perder ese poder que había ejercido sobre mi, me desilusioné y a punto estuve de abandonar, de dejar mi plaza. Además, las músicas modernas, la atonal, el minimalismo, me parecen horrorosas, aburridas, tediosas, que no hay quien las aguante vamos, que no sé cómo te pueden gustar. Menos mal que Marina con ese sentido común con el que la ha dotado Dios me hizo ver que me quedaban pocos años para la jubilación y que tenía que aguantar hasta el final, y así lo hice.

- no sé, Cefe, las sensaciones que provoca la música son algo personal y el sentido de la música ha variado a lo largo de la historia,

- si, ya sé que en la Edad Media, la música se hacía sobre todo en las iglesias y los monasterios, aunque sólo fuera porque los que sabían componer y escribirla eran los monjes,

- tienes razón, pero fíjate, le insistí tratando de ofrecerle alguna explicación, en el siglo XVI, el del Concilio de Trento, se plantea que la música polifónica que se hace en Flandes tiene que cambiar, la música litúrgica no puede solo complacer al oído sino que también ha de evocar pensamientos edificantes, y por eso a partir de Monteverdi la música se convierte en un apoyo del texto y surgen las óperas, los oratorios y las misas cantadas.

- nunca había reparado en eso, Sergio, pero pensándolo bien por ejemplo en El Mesías la música sirve para transmitir los sentimientos que evoca el texto, y a veces pareces sentir alegría, otras tristeza, melancolía y con el Aleluya yo me ponía exultante.

- has tocado uno de los puntos candentes del significado de la música, si la música puramente instrumental, la absoluta, puede transmitir emociones o no, y existen opiniones encontradas para todos los gustos,

- ¿y tú qué piensas, Sergio?

- no hay una única respuesta, yo he ido cambiando a medida que evolucionaba como artista. Desde el punto de vista de la teoría he leído mucho, he asistido a conferencias y al final pienso que la música me conmueve sobre todo por su belleza, es una experiencia estética como contemplar una puesta de sol, el rostro de un niño o un acto de heroísmo. La emoción que me produce la música bella es de entusiasmo, algo muy distinto a la tristeza que me produce un día plomizo, una sensación prolongada, que influye en lo que me rodea. Los colores vivos no me alegran de por sí, pero muestran una tendencia a alegrarme, ¿estás de acuerdo?, creo que no te estoy ayudando demasiado,

- me resulta difícil seguirte, pero es un tema apasionante llegar a descubrir la capacidad de generar sensaciones que tiene la música. A mi es que se me abrió un mundo nuevo, el que yo tenía hasta entonces terminaba en la glorieta de Cuatro Caminos, y me preguntaba cómo unos cuantos señores rascando al tiempo una cuerda de violín podían producir aquellos sonidos maravillosos que me transportaban a otro lugar,     

- ya que estamos en ese tema, Cefe, hay gente que opina que las emociones básicas no son producto de la historia ni de la cultura sino que son universales para toda la especie humana y su mejor representación es el lenguaje del sistema tonal tradicional mayor y menor, donde el modo menor se vincula con los sentimientos aciagos y el mayor con las emociones mas vivaces, y esa es la razón por la que cuesta tanto escuchar las nuevas músicas,

- lo ves, Sergio, me estás dando la razón, no hay quien aguante diez minutos seguidos esas músicas tan raras; es que yo, cuando veía en el programa que iba a interpretarse una obra moderna procuraba salirme o no entrar a la sala si iba al principio del concierto.

- no me he explicado bien, fíjate la música atonal no tiene ninguna redundancia mientras que en la música de la época clásica las repeticiones son la salsa y ese es otro elemento que cuesta entender porque nuestro cerebro tiene redundancias. Y la repetición es la base de la publicidad, ¿cómo llegamos a aprender el nombre de una marca de detergente? Cuando nos lo repiten cientos de veces, eso sí, envuelto en unas imágenes bonitas y con una musiquilla machacona. Sin embargo, el minimalismo encarna la repetición de forma obsesiva de manera que desafía nuestra capacidad de atención o de percepción,

- esto último me supera, hijo, y además no entiendo cómo te gustan esas músicas que no expresan nada,

- ¿y quién ha dicho, querido suegro, que la música ha de ser expresiva o fácil de entender?; es cierto que hace falta una preparación especial para entender y gustar de estas músicas. Los auditorios son como los museos, donde se interpreta música compuesta para diversos tipos de acontecimientos: bodas, funerales, cumpleaños,…, y en los museos de arte se cuelgan obras de muy distinto tipo que hay que ver con ojos diferentes.

- no comparto lo que me dices, aunque me gusta la clase que me estás dando; no puedes quejarte, tienes un alumno cautivo, pegado a la cama de la que no puede moverse; tal vez, leyendo entre líneas ¿podría concluir que uno ve las cosas según el color del cristal con que se miran y oye los sonidos de acuerdo con el tipo de oreja con que las escucha, y como yo siempre he estado mirando y escuchando con los mismos ojos y orejas, me he perdido otras experiencias que hay en el mundo?

- si te escucharan tus hijas creo que hasta se pondrían contentas,

- ni se te ocurra decirles nada hasta que me haya ido; una vez que esto acabe sí te agradecería que les contaras algo de lo que hemos hablado esta noche para que el recuerdo que les quede no sea tan malo

- pero ¿te he ayudado a entender el sentido de la música?

- no sé, tampoco me importa ahora demasiado; he disfrutado mucho con las grandes obras de los clásicos y creo que es suficiente. No pensarás que vas a convencerme a estas alturas para que me guste esa música que tú ahora interpretas un día si y otro también,

- no exageres que a mi me encanta tocar los conciertos de piano de Mozart o de Beethoven

- ahora que citas a Mozart y Beethoven, ¿qué pasaría si cuando me muero me entero de que ambos están en el infierno?

- también puedes ponerlo en positivo, ¿y si te los encuentras en el cielo?

- estamos desbarrando un poco Sergio, ¿tú de verdad crees que el cielo y el infierno existen?

- de música sé algo, pero de religión poco,

- Bueno, a pesar de lo que acabas de decirme y antes de que te vayas, solo quiero hacerte una última preguntita, ¿has visto alguna vez a Dios entre los pentagramas o en el piano?

- no cabría, Cefe, el piano, cualquier instrumento es pequeño para que la idea de Dios quepa dentro de él,

- no creas hijo que es una broma, siempre pensé que el autor de tanta belleza no podía ser otro que Dios, y que los compositores eran la mano a través de la que él escribía

- estás de broma, ¿acaso quieres decir, Cefe, que piensas que si tomáramos por ejemplo la Trinidad, Beethoven sería el padre, Mozart el hijo y pongamos por caso Schubert sería el Espíritu Santo?

- o algo parecido quizá, aunque a ti te parezca una tontería; sin embargo a medida que he ido escuchando esas obras actuales, minimalistas, atonales o como las llaméis, empiezo a dudar y si fuera un fervoroso de la música me haría ateo.

- eres bastante drástico, querido suegro, pero este no es el mejor momento para perder la fe

- mira quién llega, la amable enfermera que me va a quitar todas mis preocupaciones espirituales con esa jeringa letal que lleva en su mano,

- ya sabe, Ceferino, que no me gustan los comentarios ácidos que usted hace, respondió la enfermera simulando un tono de malhumor, le voy a poner un calmante para que se relaje y duerma bien esta noche.

- lo que va a hacer usted enfermera con esa inyección es intentar que recorra más deprisa el camino, pero este coche está para pocos trotes, como mi corsa, su velocidad es la del caracol y lo único que necesito esta noche son unos buenos faros para evitar darme un batacazo.

- Aproveché ese momento para despedirme de tu padre, le di un abrazo que se convirtió en un achuchón y un beso en la mejilla como si fuera el hijo que al irse a la cama se despide de su padre. Su última mirada hacia mí fue una mezcla de picardía y tristeza como si quisiera vivir un poco más de tiempo para disfrutar de las cosas de la vida.

Me removí sobre la cama, cambié la almohada de posición y como no me encontraba de ninguna de las maneras opté por levantarme y le di las gracias a Sergio por lo bien que siempre se había portado con mi padre, sobre todo aquella noche.